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Debería haber subido a tender la ropa. Es un pensamiento que me persigue muy a menudo. El sol, los rayos del sol, no huyas de ellos. Pero no puedo evitarlos si salgo con el cesto y las pinzas. Mi piel casi transparente no se acostumbra a los brillos desmedidos, traspasan la epidermis, doblan los músculos y sortean las venas y arterías, para llegar a los huesos y calentarlos a una temperatura más alta de lo habitual.

Las pinzas siguen envueltas en su plástico. Bien ordenadas, sin inmutarse de mi presencia, ausentes de toda utilidad. Mientras, la ropa se sumerge cada vez más en olor a suavizante. Una y otra vez pasa por la lavadora pero sin llegar a su destino final. Ser libre, moviéndose con el viento. Disfrutando de la brisa marina cercana. Evaporando los efluvios de agua, detergente más jabón. Alguna prenda está cercana a la descomposición. Los agujeros producto de la humedad son evidentes y la pérdida de color se remonta al siglo pasado ¿O fue en el anterior?

La plancha desfallece, envuelta en polvo. A gritos me mira, suplicándome que la conecte a la corriente y le ponga un poco de agua. Quiere producir vapor, quiere el contacto con el algodón, las fibras sintéticas. La tabla, ya me dijo el año pasado que antes de intentar ponerla en su posición natural, que pensara primero en echarle un poco de aceite. No se resigna, dice que algún día necesitaré ese manto que me ofrece la ropa. Yo la miro a veces con desdén, pero desde hace un tiempo con cierta preocupación. Todo, en resumidas cuentas por aquella semana en que no paró de llover. Mirando por la ventana, ya tenía justificación para no romper el plástico de las pinzas, coger el canasto de la ropa y subir a tender de una vez por todas. Me insinuó: Deja que pase la lluvia y en cuanto vuelva el sol no pierdas el tiempo, corre y sube. Da igual si la ropa empieza a estar roída, deja que baile al son del viento. Pero cuando llegue el momento, si sigues teniendo dudas. Hazlo por la noche, da igual con o sin luna, al menos respira aire, y aunque la ropa tarde más en secarse, yo la estaré esperando tranquilamente.

Mientras me pierdo en mis pensamientos, me susurra postrada desde su rincón. Sube, sube. Desde aquí puedo notar la brisa marina como se introduce por los huecos de tus ventanas mal ajustadas. Meto la ropa en el canasto y abro el plástico de las pinzas. Me miran con desconfianza advirtiéndome con un reproche: Ahora demuestra que tienes las fuerzas suficientes para abrirnos. El peso de la ropa me recuerda mis signos de flaqueza. Las escaleras suman y restan ellas solas. Creo que no he avanzado ningún peldaño, pero puedo divisar la azotea. Es atardecer. La aurora boreal me guiña al unísono que el sol desde un recóndito lugar me sonríe. Llego y noto la brisa. Me obliga a dejar el canasto en el suelo. Las pinzas me recuerdan que no desfallezca. Estoy demasiado cerca para abandonar. Cojo un pantalón y dos pinzas. De pronto una ráfaga de viento hace que salgan volando por el horizonte. Impasible, miro como vuelan por el horizonte. Dibujando eses, volando hacia un lugar desconocido. Vuelvo la vista al canasto y no hay ropa ni pinzas. Me siento a esperar, pero ya no quiero bajar las escaleras. Me queda toda la noche hasta que salga el sol. Ya no me da miedo.

Decía Lunaria si recordar es vivir dos veces. Es curioso porque yo soy de las personas que fácilmente puede pasar algo delante de mis narices y dejarme llevar por los recuerdos. Como todo el mundo los tengo de todo tipo, afables, simpáticos, maravillosos y malos. Algunos de ellos resultan inolvidables.

Adentrándome en mis recuerdos me ha pasado de todo. Desde entender ciertos detalles pasados más de cuatro años del suceso en cuestión, hasta partirme de risa yo sólo y la gente mirándome como si acabasen de soltar a un loco del manicomio. He llegado a recordar pasajes de mi vida muy lejanos, desde el primer regalo que me hicieron, un muñeco con el culo abombado que al moverlo iba de un lado para otro su cuerpo pero quedaba quieto en el mismo sitio. De ese día recuerdo como apagaron las luces del comedor de casa y mi padrino me dijo que pidiera un deseo mientras encendían las velas. También recuerdo la primera vez que vi a mi hermano pequeño, teniendo pocas horas de vida, y aunque parezca imposible, sólo tenía cinco años. Pero este tipo de recuerdos no son los que más me importan. Me importan aquellos en que pasado el tiempo te das cuenta que si hubieses tomado en aquel instante otra decisión es posible que el curso de los acontecimientos hubiesen cambiado. Hay uno que sabiendo que nada podría haber hecho, me obsesiona la idea de no haber bajado de un coche y salir corriendo. Hay otros que resultan paradójicos, cuando ves que estás hundido y pensar que nada peor puede pasarte, aún me sorprendo a mi mismo de las decisiones tomadas, algunas no son agradables, pero como un instinto raro en mi, me llevaba por el camino menos fácil para encontrar al fondo del túnel una luz que hace que ningún brillo pueda deslumbrarme.

¿Nostalgia? ¿Obsesión? No lo sé. Lo que si sé es que no tengo memoria selectiva pero sí muy buena memoria y me acuerdo de un sin fin de cosas. Al escribir esto me acuerdo de ti. Han pasado muchos años pero siempre estarás en mi recuerdo. Un beso, estés donde estés.

A través de la música he conocido a diversos artistas de otras facetas. Cuando me interesé por el disco que pongo su portada un poco más abajo, al intentar escudriñar las letras, traducirlas e interpretar el significado de las mismas, aparecían nombres y referencias algunos desconocidos para mí. En el ejemplo que pongo hoy, en la canción “Cemetry Gates”, habla de Oscar Wilde, del cual aparte del “Retrato de Dorian Gray” no he leído nada y es asignatura pendiente; también menciona a W.B. Yeats y John Keats.

Me remonto cuando tenía 18 o 19 años y mi interés por los Smiths era cada vez mayor. Conocer la mitomanía de su cantante, Morrissey, era junto con saber de que hablaban sus letras, mi único pasatiempo. En una época en la que no tenías el Google para poner un nombre y que te aparecieran un millón de referencias, no era tan fácil como ahora. Coger la enciclopedia Larousse, preguntar a mi hermano mayor, y cuando ya sabía uno que eran dos poetas de lengua inglesa, aprovechar que una de tus mejores amigas tenía intención de estudiar filología inglesa. Recuerdo como en la misma tarde me compré una antología bilingüe de Yeats y el Endimión de Keats. Los leí en menos de una semana los dos, y sobre todo con el primero me deleito con alguno de sus poemas. Naturalmente hay una gran diferencia entre los dos. Yeats, poeta del siglo XX demuestra ser hijo de su tiempo y refleja las inquietudes de su tiempo, amor, nostalgia por los mitos Irlandeses, literatura y economía. Keats, poeta romántico resulta en cierta forma más inaccesible. La mitología, el lenguaje de una época mucho más metafórico. Símbolos heredados de la antigua Grecia y Roma.

La canción que voy a poner sale a la luz por las críticas que recibió Morrissey, acusado de plagiar a sus ídolos. La letra es sublime, y destila ironía y mala leche a raudales, con una clase sin parangón. En ella parodia a quien le critica y muestra como en el lenguaje es muy difícil, por no decir imposible, no decir algo que otro lo haya dicho antes.

So we go inside and we gravely read the stones
All those people, all those lives
Where are they now ?
With loves, and hates
And passions just like mine
They were born
And then they lived
And then they died
It seems so unfair
I want to cry

You say : "'Ere thrice the sun done salutation to the dawn"
And you claim these words as your own
But I've read well, and I've heard them said
A hundred times (maybe less, maybe more)
If you must write prose/poems
The words you use should be your own
Don't plagiarise or take "on loan"
'Cause there's always someone, somewhere
With a big nose, who knows
And who trips you up and laughs
When you fall
Who'll trip you up and laugh
When you fall

You say : "'Ere long done do does did"
Words which could only be your own
And then produce the text
From whence was ripped
(Some dizzy whore, 1804)

A dreaded sunny day
So let's go where we're happy
And I meet you at the cemetry gates
Oh, Keats and Yeats are on your side
A dreaded sunny day
So let's go where we're wanted
And I meet you at the cemetry gates
Keats and Yeats are on your side
But you lose
'Cause weird lover Wilde is on mine

He quitado, y no sé si lo volveré a poner, la moderación de comentarios. Cuando abrí este nuevo blog vi la opción y pensé en algunos comentarios que había leído en otros blogs y no dudé ni un instante.

Hablando más tarde con una bloggera por teléfono, con otra por Messenger, y el comentario de Malatesta, el cual si mucho no me equivoco, y él me rectificará si es así, le faltaba la frase: pero no lo comparto, me hizo reflexionar sobre el tema en sí. Me decían por teléfono que al ponerlo perdía espontaneidad. Siempre uno cuando comenta espera verlo al instante y así no sucedía. Yo aducía que la espontaneidad se pierde cuando lees un post y vas a comentar, casi siempre lees algún comment anterior al tuyo. Y si en el hipotético caso de que dijera casi lo mismo, no exactamente debido a que es imposible que dos personas utilicen las mismas palabras, en el mismo orden y número, cambias el comment que tenías en la cabeza e intentas buscar sinónimos que se ajusten a la idea original. ¿No es eso una pérdida de espontaneidad?

Es curioso pero algo tan trivial, o no, me hace reflexionar sobre como “atacamos” con nuestros comentarios un post. La predisposición, el condicionante de si es una persona conocida o no, si escribimos por simple cortesía, si es un tema el cual llevamos muy adentro….

¿Qué piensas tú?

Pongo como he dicho en el post anterior la canción de The Smiths “Still Ill”. Es una de las canciones más bellas que he escuchado nunca, y bello no quiere decir bonito. Es una canción triste, pero de una poesía sublime. Para quién no viera el concierto, dejo aquí la versión del directo de The Smiths “Rank” que es lo más parecido a lo que mis oídos oyeron en Benicasim. También pongo la traducción de la misma.

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STILL ILL

I decree today that life
Is simply taking and not giving
England is mine and it owes me a living
But ask me why, and I'll spit in your eye, no
Oh, ask me why, and I'll spit in your eye
Look, we cannot cling to the old dreams anymore
No, we cannot cling to those dreams

Does the body rule the mind
Or does the mind rule the body ?
I dunno...

Under the iron bridge we kissed
And although I ended up with sore lips
It just wasn't like the old days anymore
No, it wasn't like those days
Am I still ill ?
Oh, no ...
Oh, no ...
Oh, am I still ill ?
Oh, no ...
Oh, no ...

Does the body rule the mind
Or does the mind rule the body ?
I dunno...

Ask me why, and I'll smile
Oh, ask me why, and I'll die
And if you must, go to work - tomorrow
Well, if I were you I really wouldn't bother
For there are brighter sides to life
And I should know, because I've seen them
...
Under the iron bridge we kissed
And although I ended up with sore lips
It just wasn't like the old days anymore
No, it wasn't like those days
Am I still ill ?
Oh, no ...
Oh, no ...
Oh, am I still ill ?
Oh, no ...
Oh, no ...
Euh !

AÚN ENFERMO

Hoy decreto que la vida es simplemente coger y no dar

Inglaterra es mía y tiene la obligación de mantenerme

Pregúntame porqué y te escupiré en los ojos

Pero ya no podemos aferrarnos más

A los viejos sueños

No, no podemos aferrarnos a aquellos sueños

¿Rige el cuerpo a la mente

o la mente al cuerpo?

No lo sé …

Nos besamos bajo el puente de hierro

Y a pesar de que terminé con los labios doloridos

Ya no fue

Como en los viejos tiempos

No, no fue ya como en los viejos tiempos

¿Rige el cuerpo a la mente

o la mente al cuerpo?

No lo sé …

Pregúntame por qué y moriré

Y si tienes que ir a trabajar mañana

Bueno, yo en tu lugar no me preocuparía

Ya que la vida tiene aspectos más positivos

Y sé lo que digo porque los he visto

Aunque no muy a menudo

Nos besamos bajo el puente de hierro

Y a pesar de que terminé con los labios doloridos

Ya no fue

Como en los viejos tiempos

No, no fue ya como en los viejos tiempos

¿Estoy todavía enfermo?

¿Estoy todavía enfermo?

Ocho de la tarde. Quitan las vallas que habían puesto en el escenario principal y entramos a situarnos. Yo me puse detrás de unas vallas que separaban a la gente que estaba justo delante del escenario con el resto, uno tiene ya una edad y no está para muchos trotes. Las dudas ante un nuevo desplante se disiparon hacía media hora cuando escuchamos a los músicos hacer las pruebas de sonido. Cada vez más gente pero la ubicación era estupenda. La distancia perfecta para no estar en el meollo y una visión perfecta.

Nueve de la noche. Aparece el grupo y Morrissey. Después de muchos años de espera, y sobre todo dos de pensar que nunca lo verás. Suena “Panic” y empieza la locura. Las primeras cinco canciones suceden volando. El sonido inmenso. Él, puro animal de escenario. Poses, juego con el cable del micrófono. Se van sucediendo canciones de su carrera de sus dos últimos discos intercalando con canciones de The Smiths. Para mi el momento álgido del concierto llega con “Still Ill”. Suena el rasgado de guitarra característico de la primera versión de esa canción (esta semana la cuelgo aquí) y yo estoy en el cielo. “Does the body rule the mind. Or does the mind rule the body? I dunno….” Una declaración de principios que lleva arrastrándome desde hace diecinueve años.

Podría hablar más del concierto, el cual en resumidas cuentas fue muy bueno. Morrissey se come el solito el escenario y lo que haga falta. La sonorización estupenda, la banda al servicio del cantante. Las sensaciones son imposibles de reflejarlas con palabras y fueron muchas, y muchas cosas pasaron por mi mente durante el concierto.

También debo hacer una pequeña reseña a Rufus Wainwright, que actuó el sábado por la noche también. Lástima de que la hora y el lugar no eran los indicados para un cantante acompañado solamente del piano, y a veces por la guitarra. La calidad de sonido fue excepcional, pero en la carpa hacía un calor insoportable. Hasta hizo una versión muy buena del Hallelujah de Leonard Cohen. Eso sí, ni punto de comparación con la de Jeff Buckley.

En contestación al tema de la pulsera, no lo se. No se si me la quitaré cuando esté roída o mucho antes.