0coma5
jueves, noviembre 30, 2006
JUNTO AL FUEGO
Ven hacia mí en silencio, con la sonrisa abierta,
absorbiendo en los ojos la noche iluminada;
deslízame en la mano la imperceptible oferta
del rayo que la luna depositó en tu almohada.
Reclínate en la alfombra y oye el rumor del fuego
cuyas lenguas nerviosas erotizan el leño;
que su calor tu cuerpo revitalice, y luego
encienda tu mirada y acaricie mi sueño.
A tu lado en el suelo veré los diablos rojos
de las llamas inquietas, con tu mano en mi mano,
y las chispas revueltas danzarán en tus ojos
como estrellas fugaces en un cielo lejano.
Descenderá mi brazo de tu hombro a tu cintura,
despertando temblores en tu piel descubierta,
y acercarás el rostro bañado de ternura
para aspirar los besos de mi boca entreabierta.
Las cien lenguas del fuego se deslizan lascivas
en torno al tronco envuelto por el abrazo ardiente,
y tus trémulas manos se arrastrarán furtivas
asiendo el miembro erecto gentil y firmemente.
En tu mirar directo flotan complicidades
que acercan a mi mundo tu intensidad de amante,
y percibo tu entrega y calmo tus ansiedades,
mientras entre tus dedos me retienes vibrante.
Lame incesante el fuego, y es cálida tu boca,
en aquel, sequedades, y humedades en ésta;
labios que se resbalan, y paladar que toca,
y relieves e impulsos que el amor manifiesta.
Arde el leño sin tregua, con ligeros chasquidos,
y se elevan las llamas en ondas desiguales;
y en tu ascenso y descenso hay rítmicos sonidos
de profundos y tensos contactos guturales.
El leño se retuerce bajo el calor intenso
y explota en la alegría de una amplia llamarada;
y tus ojos revelan el repentino y denso
fluir de surtidores en garganta infiltrada.
La lumbre ya se extingue, y el tronco está deshecho;
ven, mujer, y sonríe, y abrázame apacible,
reposa tu cabeza gentil sobre mi pecho,
y soñemos el sueño de un futuro tangible.
F. Álvarez
absorbiendo en los ojos la noche iluminada;
deslízame en la mano la imperceptible oferta
del rayo que la luna depositó en tu almohada.
Reclínate en la alfombra y oye el rumor del fuego
cuyas lenguas nerviosas erotizan el leño;
que su calor tu cuerpo revitalice, y luego
encienda tu mirada y acaricie mi sueño.
A tu lado en el suelo veré los diablos rojos
de las llamas inquietas, con tu mano en mi mano,
y las chispas revueltas danzarán en tus ojos
como estrellas fugaces en un cielo lejano.
Descenderá mi brazo de tu hombro a tu cintura,
despertando temblores en tu piel descubierta,
y acercarás el rostro bañado de ternura
para aspirar los besos de mi boca entreabierta.
Las cien lenguas del fuego se deslizan lascivas
en torno al tronco envuelto por el abrazo ardiente,
y tus trémulas manos se arrastrarán furtivas
asiendo el miembro erecto gentil y firmemente.
En tu mirar directo flotan complicidades
que acercan a mi mundo tu intensidad de amante,
y percibo tu entrega y calmo tus ansiedades,
mientras entre tus dedos me retienes vibrante.
Lame incesante el fuego, y es cálida tu boca,
en aquel, sequedades, y humedades en ésta;
labios que se resbalan, y paladar que toca,
y relieves e impulsos que el amor manifiesta.
Arde el leño sin tregua, con ligeros chasquidos,
y se elevan las llamas en ondas desiguales;
y en tu ascenso y descenso hay rítmicos sonidos
de profundos y tensos contactos guturales.
El leño se retuerce bajo el calor intenso
y explota en la alegría de una amplia llamarada;
y tus ojos revelan el repentino y denso
fluir de surtidores en garganta infiltrada.
La lumbre ya se extingue, y el tronco está deshecho;
ven, mujer, y sonríe, y abrázame apacible,
reposa tu cabeza gentil sobre mi pecho,
y soñemos el sueño de un futuro tangible.
F. Álvarez
martes, noviembre 28, 2006
PERDÓNAME POR IR ASÍ BUSCÁNDOTE...
Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en lo alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eres.
P. Salinas
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en lo alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eres.
P. Salinas
lunes, noviembre 27, 2006
AMOR ASÍ
Cuando dos cuerpos se unen para amar,
se quema más despacio la soledad de la tierra.
De corazón a corazón, de hueso a hueso,
saltan pájaros ardiendo como puñales
piel del mundo o deseo donde la carne gime,
un gran río desnudo de inesperados crisantemos.
Cuando dos cuerpos se aprietan como bocas,
se empujan como voraces cataratas al rumor de la vida
perdiendo un posible contacto con la muerte que espera,
que sobre el olvidado planeta a lo lejos refulge
como un fantasma solitario y oculto.
Hombre o mujer, árboles vibrantes,
hirvientes besos estrujados y un ángel.
Amarse es poseer la tierra sin sombras para siempre.
J.L. Hidalgo.
se quema más despacio la soledad de la tierra.
De corazón a corazón, de hueso a hueso,
saltan pájaros ardiendo como puñales
piel del mundo o deseo donde la carne gime,
un gran río desnudo de inesperados crisantemos.
Cuando dos cuerpos se aprietan como bocas,
se empujan como voraces cataratas al rumor de la vida
perdiendo un posible contacto con la muerte que espera,
que sobre el olvidado planeta a lo lejos refulge
como un fantasma solitario y oculto.
Hombre o mujer, árboles vibrantes,
hirvientes besos estrujados y un ángel.
Amarse es poseer la tierra sin sombras para siempre.
J.L. Hidalgo.
jueves, noviembre 23, 2006
VUELO
Se abre, meandro de esplendor;
palpitante, desde su centro me incita,
me ruega, no tardes tanto, ven...
Fuego terso, ríos de lava dulce,
algodón, filamentos desprendiéndose,
blando espacio que desaloja su vacío,
su creciente plenitud,
noche tornándose soleado deleite crepuscular,
complacida expectación,
apaciguada brasa.
Somos trayecto, armonía en expansión,
leche y miel bíblicas
desbordándose,
vuelo a ras,
caída,
llegada.
E. Jaramillo Levi
palpitante, desde su centro me incita,
me ruega, no tardes tanto, ven...
Fuego terso, ríos de lava dulce,
algodón, filamentos desprendiéndose,
blando espacio que desaloja su vacío,
su creciente plenitud,
noche tornándose soleado deleite crepuscular,
complacida expectación,
apaciguada brasa.
Somos trayecto, armonía en expansión,
leche y miel bíblicas
desbordándose,
vuelo a ras,
caída,
llegada.
E. Jaramillo Levi
miércoles, noviembre 22, 2006
AHORA...
Ahora que empieza a caer, del cielo
de nuestra vida, que sólo nosotros podemos ver,
profundo, estrellado, carne y alma nuestra,
ese polvillo sagaz en tu nocturno pelo,
ahora que el lápiz finísimo, grabando
una medida sagrada, una cantidad misteriosa
del vino que sube en la jarra de la ofrenda,
empieza a trazar, junto a tus ojos, vivos
como ciervos bebiendo en el agua extasiada,
junto a tus labios que han dicho todas las palabras que adoro,
las huellas del tránsito de nuestra juventud,
ahora, lleno de un fuego y de un peso de amor que desconocía
porque estábamos engendrándolo secretamente en nuestro corazón
y es algo mucho más terrible y precioso que el amor
que diariamente conocíamos,
ahora, mujer, ahora, destinada mía,
es cuando quiero hacerte un canto de amor, un homenaje,
que dice únicamente así:
Te amo, lo mismo
en el día de hoy que en la eternidad,
en el cuerpo que en el alma,
y en el alma del cuerpo
y en el cuerpo del alma,
lo mismo en el dolor
que en la bienaventuranza,
para siempre.
C. Vitier
de nuestra vida, que sólo nosotros podemos ver,
profundo, estrellado, carne y alma nuestra,
ese polvillo sagaz en tu nocturno pelo,
ahora que el lápiz finísimo, grabando
una medida sagrada, una cantidad misteriosa
del vino que sube en la jarra de la ofrenda,
empieza a trazar, junto a tus ojos, vivos
como ciervos bebiendo en el agua extasiada,
junto a tus labios que han dicho todas las palabras que adoro,
las huellas del tránsito de nuestra juventud,
ahora, lleno de un fuego y de un peso de amor que desconocía
porque estábamos engendrándolo secretamente en nuestro corazón
y es algo mucho más terrible y precioso que el amor
que diariamente conocíamos,
ahora, mujer, ahora, destinada mía,
es cuando quiero hacerte un canto de amor, un homenaje,
que dice únicamente así:
Te amo, lo mismo
en el día de hoy que en la eternidad,
en el cuerpo que en el alma,
y en el alma del cuerpo
y en el cuerpo del alma,
lo mismo en el dolor
que en la bienaventuranza,
para siempre.
C. Vitier
martes, noviembre 21, 2006
SABOR
Sobre la lengua
la memoria salada de tus ojos
y los zumos del beso.
Sobre los pliegues de la lengua
el desolado gusto de la ausencia,
la candente sazón de nuestro aliento.
Sobre la penumbra de la lengua
no tanto la dulzura entrelazada
sino el ácido febril del mordisqueo.
Sobre mi lengua alfarera
la posta de tus ojos insomnes,
el largo itinerario de tu cuerpo.
Sobre la lengua
el metálico sabor de tu deseo.
R. Ferrer
la memoria salada de tus ojos
y los zumos del beso.
Sobre los pliegues de la lengua
el desolado gusto de la ausencia,
la candente sazón de nuestro aliento.
Sobre la penumbra de la lengua
no tanto la dulzura entrelazada
sino el ácido febril del mordisqueo.
Sobre mi lengua alfarera
la posta de tus ojos insomnes,
el largo itinerario de tu cuerpo.
Sobre la lengua
el metálico sabor de tu deseo.
R. Ferrer
lunes, noviembre 20, 2006
¿RECUERDAS?
¿Recuerdas? Una linda mañana de verano.
La playa sola. El vuelo de alas grandes y lerdas.
Sol y viento. Florida...el mar azul. ¿Recuerdas?
Mi mano suavemente oprimía tu mano.
Después, a un tiempo mismo, nuestras lentas miradas
posáronse en la sombra de un barco que surgía
sobre el cansado límite de la azul lejanía,
recortando en el cielo sus velas desplegadas.
Cierro ahora los ojos; la realidad se aleja,
y la visión de aquella mañana luminosa
en el cristal oscuro de mi alma se refleja.
Veo la playa, el mar, el velero lejano,
y es tan viva, tan viva la ilusión prodigiosa,
que a tientas, como un ciego, vuelvo a buscar tu mano.
M. Magallanes
La playa sola. El vuelo de alas grandes y lerdas.
Sol y viento. Florida...el mar azul. ¿Recuerdas?
Mi mano suavemente oprimía tu mano.
Después, a un tiempo mismo, nuestras lentas miradas
posáronse en la sombra de un barco que surgía
sobre el cansado límite de la azul lejanía,
recortando en el cielo sus velas desplegadas.
Cierro ahora los ojos; la realidad se aleja,
y la visión de aquella mañana luminosa
en el cristal oscuro de mi alma se refleja.
Veo la playa, el mar, el velero lejano,
y es tan viva, tan viva la ilusión prodigiosa,
que a tientas, como un ciego, vuelvo a buscar tu mano.
M. Magallanes
domingo, noviembre 19, 2006
ME BASTA ASÍ
Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.
A. González
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.
A. González
jueves, noviembre 16, 2006
ROMANCE
La niña de mi lugar
tiene de oro las cejas,
y en la mirada, desnudas,
las luces de las luciérnagas.
¿Has visto pasar los barcos
desde la orilla?
Recuerdan
sus faros malabaristas,
verdes, azules y sepia,
que tu mirada trasciende
la oscuridad de la niebla
-y más aún, la ilumina
a punto de transparencia.
¿Has visto flechar las garzas
a las nubes?
Me recuerdan
si diste al aire los brazos
cuando salimos de tierra,
y el biombo lila del aire
con tus adioses se llena.
Y si cantas -¡canta, sí!-
tu voz anula mi ausencia;
mástiles, jarcias y viento
se confunden con tan lenta
sencilla sonoridad,
con tan pausada manera
que no sería más claro
el tañido de una estrella.
Robinsón y Simbad, náufragos
incorregibles, ¿mi queja
a quién la podré confiar
si no a vosotros, apenas?
Que yo naufragara un día.
¡Las luces de las luciérnagas
iban a licuarse todas
en un hilo de agua tierna!
J. Gorostiza
tiene de oro las cejas,
y en la mirada, desnudas,
las luces de las luciérnagas.
¿Has visto pasar los barcos
desde la orilla?
Recuerdan
sus faros malabaristas,
verdes, azules y sepia,
que tu mirada trasciende
la oscuridad de la niebla
-y más aún, la ilumina
a punto de transparencia.
¿Has visto flechar las garzas
a las nubes?
Me recuerdan
si diste al aire los brazos
cuando salimos de tierra,
y el biombo lila del aire
con tus adioses se llena.
Y si cantas -¡canta, sí!-
tu voz anula mi ausencia;
mástiles, jarcias y viento
se confunden con tan lenta
sencilla sonoridad,
con tan pausada manera
que no sería más claro
el tañido de una estrella.
Robinsón y Simbad, náufragos
incorregibles, ¿mi queja
a quién la podré confiar
si no a vosotros, apenas?
Que yo naufragara un día.
¡Las luces de las luciérnagas
iban a licuarse todas
en un hilo de agua tierna!
J. Gorostiza
miércoles, noviembre 15, 2006
TUS OJOS
Ojos indefinibles, ojos grandes,
como el cielo y el mar hondos y puros,
ojos como las selvas de los Andes:
misteriosos, fantásticos y oscuros.
Ojos en cuyas místicas ojera
se ve el rostro de incógnitos pesares,
cual se ve en la aridez de las riberas
la huella de las ondas de los mares.
Miradme con amor, eternamente,
ojos de melancólicas pupilas,
ojos que semejáis bajo su frente,
pozos de aguas profundas y tranquilas.
Miradme con amor, ojos divinos,
que adornáis como soles su cabeza,
y, encima de sus labios purpurinos,
parecéis dos abismos de tristeza.
Miradme con amor, fúlgidos ojos,
y cuando muera yo, que os amo tanto
verted sobre mis lívidos despojos,
el dulce manantial de vuestro llanto!
J. Flórez
como el cielo y el mar hondos y puros,
ojos como las selvas de los Andes:
misteriosos, fantásticos y oscuros.
Ojos en cuyas místicas ojera
se ve el rostro de incógnitos pesares,
cual se ve en la aridez de las riberas
la huella de las ondas de los mares.
Miradme con amor, eternamente,
ojos de melancólicas pupilas,
ojos que semejáis bajo su frente,
pozos de aguas profundas y tranquilas.
Miradme con amor, ojos divinos,
que adornáis como soles su cabeza,
y, encima de sus labios purpurinos,
parecéis dos abismos de tristeza.
Miradme con amor, fúlgidos ojos,
y cuando muera yo, que os amo tanto
verted sobre mis lívidos despojos,
el dulce manantial de vuestro llanto!
J. Flórez
martes, noviembre 14, 2006
Cabello
Hoy en encontrado el inicio
De tu largo cabello,
Preludio de dichas
Recuerdo imperecedero,
De largos viajes
Eterno reencuentro,
Miradas infinitas
De un verde de ensueño.
Mil kilómetros de distancia
Recorrido de un deseo,
Fino hilo oculto
hacia la raíz de tus sueños.
De tu largo cabello,
Preludio de dichas
Recuerdo imperecedero,
De largos viajes
Eterno reencuentro,
Miradas infinitas
De un verde de ensueño.
Mil kilómetros de distancia
Recorrido de un deseo,
Fino hilo oculto
hacia la raíz de tus sueños.
lunes, noviembre 13, 2006
TUS OJOS
Tus ojos son la patria
del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento,
mar sin olas, pájaros presos,
doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque
en donde la luz canta en el hombro
de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana
encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo,
puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea, páramo.
O. Paz
del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento,
mar sin olas, pájaros presos,
doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque
en donde la luz canta en el hombro
de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana
encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo,
puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea, páramo.
O. Paz
viernes, noviembre 10, 2006
A LA LUZ DE TU SOMBRA CONMOVIDA...
A la luz de tu sombra conmovida
deja de escuchar a tantas voces tuyas,
me quedaré desnudo de silencio
cuando me des tu intimidad desnuda.
Los recuerdos que corren por tu sangre
Te han dejado fragante de ternura,
Fuerte eternidad estremecida
Y el color secular que te circunda.
La nostalgia se sube a tus arcadas
Para soñar el sol su ansia madura;
Mientras las ramas verdes te acarician
En el temblor henchido por la lluvia.
Para las sombras de tus corredores
Son mis palabras como sombras mudas
Que quieren saturarse de tus ecos
Y saturan tu paz de albas futuras.
A. Augier.
deja de escuchar a tantas voces tuyas,
me quedaré desnudo de silencio
cuando me des tu intimidad desnuda.
Los recuerdos que corren por tu sangre
Te han dejado fragante de ternura,
Fuerte eternidad estremecida
Y el color secular que te circunda.
La nostalgia se sube a tus arcadas
Para soñar el sol su ansia madura;
Mientras las ramas verdes te acarician
En el temblor henchido por la lluvia.
Para las sombras de tus corredores
Son mis palabras como sombras mudas
Que quieren saturarse de tus ecos
Y saturan tu paz de albas futuras.
A. Augier.
jueves, noviembre 09, 2006
SÓLO SU CUERPO DULCE
Su cuerpo es una aldea
donde yo me refugio cuando truena en el cielo,
y tiemblan los follajes de mis venas
y las agrupaciones de mi pelo.
Su cuerpo dulce y hondo
y sus dos brazos como ríos sin puentes,
donde me oculto con mis tempestades
y las constelaciones furiosas de mis dientes.
Vientos como caballos
me pisan todo el pecho de pan y de amapolas,
pero voy a su cuerpo
y su cuerpo me lava la sangre con sus olas.
Sólo su cuerpo dulce
en medio de estos días con sabor a ceniza,
y a semana nocturna
sobre la matutina tela de la camisa.
Su cuerpo dividido
en colinas, en valles, en boscajes, en nidos,
y prados de amapolas
donde hay niños oscuros y linajes dormidos.
Miel tibia, leche tibia,
y el rumor de la sangre bajo la piel delgada,
el rumor de la vida
bajo la piel desnuda y levantada.
Sólo su cuerpo dulce
para el mío de fibras y de zumos amargos,
que ya está fatigado
de las noches oscuras y los caminos largos.
C. Castro Saavedra
donde yo me refugio cuando truena en el cielo,
y tiemblan los follajes de mis venas
y las agrupaciones de mi pelo.
Su cuerpo dulce y hondo
y sus dos brazos como ríos sin puentes,
donde me oculto con mis tempestades
y las constelaciones furiosas de mis dientes.
Vientos como caballos
me pisan todo el pecho de pan y de amapolas,
pero voy a su cuerpo
y su cuerpo me lava la sangre con sus olas.
Sólo su cuerpo dulce
en medio de estos días con sabor a ceniza,
y a semana nocturna
sobre la matutina tela de la camisa.
Su cuerpo dividido
en colinas, en valles, en boscajes, en nidos,
y prados de amapolas
donde hay niños oscuros y linajes dormidos.
Miel tibia, leche tibia,
y el rumor de la sangre bajo la piel delgada,
el rumor de la vida
bajo la piel desnuda y levantada.
Sólo su cuerpo dulce
para el mío de fibras y de zumos amargos,
que ya está fatigado
de las noches oscuras y los caminos largos.
C. Castro Saavedra
miércoles, noviembre 08, 2006
TEN COMPASIÓN, AMOR, PIEDAD...
¡Ten compasión, piedad, amor! ¡Amor, piedad!
Piadoso amor que no nos hace sufrir sin fin,
amor de un solo pensamiento, que no divagas,
que eres puro, sin máscaras, sin una mancha.
Permíteme tenerte entero... ¡Sé todo, todo mío!
Esa forma, esa gracia, ese pequeño placer
del amor que es tu beso... esas manos, esos ojos divinos
ese tibio pecho, blanco, luciente, placentero,
incluso tú misma, tu alma por piedad dámelo todo,
no retengas un átomo de un átomo o me muero,
o si sigo viviendo, sólo tu esclavo despreciable,
¡olvida, en la niebla de la aflicción inútil,
los propósitos de la vida, el gusto de mi mente
perdiéndose en la insensibilidad, y mi ambición ciega!
J. Keats
Piadoso amor que no nos hace sufrir sin fin,
amor de un solo pensamiento, que no divagas,
que eres puro, sin máscaras, sin una mancha.
Permíteme tenerte entero... ¡Sé todo, todo mío!
Esa forma, esa gracia, ese pequeño placer
del amor que es tu beso... esas manos, esos ojos divinos
ese tibio pecho, blanco, luciente, placentero,
incluso tú misma, tu alma por piedad dámelo todo,
no retengas un átomo de un átomo o me muero,
o si sigo viviendo, sólo tu esclavo despreciable,
¡olvida, en la niebla de la aflicción inútil,
los propósitos de la vida, el gusto de mi mente
perdiéndose en la insensibilidad, y mi ambición ciega!
J. Keats
martes, noviembre 07, 2006
UNA CARTA DE AMOR
Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo,
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
todo eso es tan poco,
yo lo quiero de vos porque te quiero.
Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.
J. Cortázar
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo,
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
todo eso es tan poco,
yo lo quiero de vos porque te quiero.
Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.
J. Cortázar
lunes, noviembre 06, 2006
BESO
Mi sangre se me puebla de un ardor inefable
y en las manos me laten incomprensibles pájaros,
altas nubes oscuras, atormentados mares,
cuando acerco a tus sienes rumorosas mis labios.
Todo mi ser se inunda de infinito y hondura,
me fundo con el cielo, con la luz, con los campos,
y las piedras inertes y el arroyo tranquilo
se me acercan y tiemblan, venturosos y humanos.
¿Qué misterio celeste entre tus venas fluye?
¿Qué Dios omnipotente me llama entre tus labios?
¿Qué mares increíbles me llevan poderosos
entre adelfas y estrellas, entre nubes y astros?
Arrebatado, enorme, como huracán perdido,
mi corazón se evade y va hacia ti sangrando.
¡Ay, corazón herido de pasión y locura,
pájaro sordo, inmenso, que va ciego volando!
R. Morales
y en las manos me laten incomprensibles pájaros,
altas nubes oscuras, atormentados mares,
cuando acerco a tus sienes rumorosas mis labios.
Todo mi ser se inunda de infinito y hondura,
me fundo con el cielo, con la luz, con los campos,
y las piedras inertes y el arroyo tranquilo
se me acercan y tiemblan, venturosos y humanos.
¿Qué misterio celeste entre tus venas fluye?
¿Qué Dios omnipotente me llama entre tus labios?
¿Qué mares increíbles me llevan poderosos
entre adelfas y estrellas, entre nubes y astros?
Arrebatado, enorme, como huracán perdido,
mi corazón se evade y va hacia ti sangrando.
¡Ay, corazón herido de pasión y locura,
pájaro sordo, inmenso, que va ciego volando!
R. Morales
domingo, noviembre 05, 2006
TÚ, TÚ, TÚ...
¡Tú, tú, tú, mi incesante
primavera profunda
mi río de verdor
agudo y aventura!
¡Tú, ventana a lo diáfano:
desenlace de aurora,
modelación del día:
mediodía en su rosa,
tranquilidad de lumbre:
siesta del horizonte,
lumbres en lucha y coro:
poniente contra noche,
constelación del campo,
fabulosa, precisa,
trémula hermosamente,
universal y mía!
¡Tú más aún: tú como
tú, sin palabras toda
singular, desnudez
única, tú, sola!
J. Guillen
primavera profunda
mi río de verdor
agudo y aventura!
¡Tú, ventana a lo diáfano:
desenlace de aurora,
modelación del día:
mediodía en su rosa,
tranquilidad de lumbre:
siesta del horizonte,
lumbres en lucha y coro:
poniente contra noche,
constelación del campo,
fabulosa, precisa,
trémula hermosamente,
universal y mía!
¡Tú más aún: tú como
tú, sin palabras toda
singular, desnudez
única, tú, sola!
J. Guillen
jueves, noviembre 02, 2006
Plenitud del amor
Qué fresco y nuevo encanto,
qué dulce perfil rubio emerge
de la tarde sin nieblas?
Cuando creí que la esperanza, la ilusión, la vida,
derivaba hacia oriente
en triste y vana busca del placer.
Cuando yo había visto bogar por los cielos
imágenes sonrientes, dulces corazones cansados,
espinas que atravesaban bellos labios,
y un humo casi doliente
donde palabras amantes se deshacían como el aliento
del amor sin destino...
Apareciste tú, ligera como el árbol,
como la brisa cálida que un oleaje envía del mediodía,
envuelta
en las sales febriles, como en las frescas aguas del azul.
Un árbol joven, sobre un limitado horizonte,
horizonte tangible para besos amantes;
un árbol nuevo y verde que melodiosamente mueve sus
hojas altaneras
alabando la dicha de su viento en los brazos.
Un pecho alegre, un corazón sencillo como la pleamar
remota
que hereda sangre, espuma, de otras regiones vivas.
Un oleaje lúcido bajo el gran sol abierto,
desplegando las plumas de una mar inspirada;
plumas, aves, espumas, mares verdes o cálidas:
todo el mensaje vivo de un pecho rumoroso.
Yo sé que tu perfil sobre el azul tierno del crepúsculo
entero
no finge vaga nube que un ensueño ha creado.
lQué dura frente dulce, qué piedra hermosa y viva,
encendida de besos bajo el sol melodioso,
es tu frente besada por unos labios libres,
rama joven bellísima que un ocaso arrebata!
¡Ah, la verdad tangible de un cuerpo estremecido
entre los brazos vivos de tu amante furioso,
que besa vivos labios, blancos dientes, ardores
y un cuello como un agua cálidamente alerta!
Por un torso desnudo tibios hilillos ruedan.
¡Qué gran risa de lluvia sobre tu pecho ardiente!
¡Qué fresco vientre terso, donde su curva oculta
leve musgo de sombra rumoroso de peces!
Muslos de tierra, barcas donde bogar un día
por el músico mar del amor enturbiado,
donde escapar libérrimos rumbo a los cielos altos
en que la espuma nace de dos cuerpos volantes.
¡Ah, maravilla lúcida de tu cuerpo cantando,
destellando de besos sobre tu piel despierta:
bóveda centelleante, nocturnamente hermosa,
que humedece mi pecho de estrellas o de espumas!
Lejos ya la agonía, la soledad gimiente,
las torpes aves bajas que gravemente rozaron mi frente
en los oscuros días del dolor.
Lejos los mares ocultos que enviaban sus aguas,
pesadas, gruesas, lentas, bajo la extinguida zona de la luz.
Ahora vuelto a tu claridad no es difícil
reconocer a los pájaros matinales que pían,
ni percibir en las mejillas los impalpables velos de la aurora,
como es posible sobre los suaves pliegues de la tierra
divisar el duro, vivo, generoso desnudo del día,
que hunde sus pies ligeros en unas aguas transparentes.
Dejadme entonces, vagas preocupaciones de ayer.
abandonar mis lentos trajes sin música,
como un árbol que depone su luto rumoroso.
su mate adiós a la tristeza,
para exhalar feliz sus hojas verdes, sus azules campánulas
y esa gozosa espuma que cabrillea en su copa
cuando por primera vez le invade la riente primavera.
Después del amor, de la felicidad activa del amor, reposado,
tendido, imitando descuidadamente un arroyo,
yo reflejo las nubes, los pájaros, las futuras, estrellas,
a tu lado, oh reciente, oh viva, oh entregada;
y me miro en tu cuerpo, en tu forma blanda, dulcísima,
apagada,
como se contempla la tarde que colmadamente termina.
V. Aleixandre
qué dulce perfil rubio emerge
de la tarde sin nieblas?
Cuando creí que la esperanza, la ilusión, la vida,
derivaba hacia oriente
en triste y vana busca del placer.
Cuando yo había visto bogar por los cielos
imágenes sonrientes, dulces corazones cansados,
espinas que atravesaban bellos labios,
y un humo casi doliente
donde palabras amantes se deshacían como el aliento
del amor sin destino...
Apareciste tú, ligera como el árbol,
como la brisa cálida que un oleaje envía del mediodía,
envuelta
en las sales febriles, como en las frescas aguas del azul.
Un árbol joven, sobre un limitado horizonte,
horizonte tangible para besos amantes;
un árbol nuevo y verde que melodiosamente mueve sus
hojas altaneras
alabando la dicha de su viento en los brazos.
Un pecho alegre, un corazón sencillo como la pleamar
remota
que hereda sangre, espuma, de otras regiones vivas.
Un oleaje lúcido bajo el gran sol abierto,
desplegando las plumas de una mar inspirada;
plumas, aves, espumas, mares verdes o cálidas:
todo el mensaje vivo de un pecho rumoroso.
Yo sé que tu perfil sobre el azul tierno del crepúsculo
entero
no finge vaga nube que un ensueño ha creado.
lQué dura frente dulce, qué piedra hermosa y viva,
encendida de besos bajo el sol melodioso,
es tu frente besada por unos labios libres,
rama joven bellísima que un ocaso arrebata!
¡Ah, la verdad tangible de un cuerpo estremecido
entre los brazos vivos de tu amante furioso,
que besa vivos labios, blancos dientes, ardores
y un cuello como un agua cálidamente alerta!
Por un torso desnudo tibios hilillos ruedan.
¡Qué gran risa de lluvia sobre tu pecho ardiente!
¡Qué fresco vientre terso, donde su curva oculta
leve musgo de sombra rumoroso de peces!
Muslos de tierra, barcas donde bogar un día
por el músico mar del amor enturbiado,
donde escapar libérrimos rumbo a los cielos altos
en que la espuma nace de dos cuerpos volantes.
¡Ah, maravilla lúcida de tu cuerpo cantando,
destellando de besos sobre tu piel despierta:
bóveda centelleante, nocturnamente hermosa,
que humedece mi pecho de estrellas o de espumas!
Lejos ya la agonía, la soledad gimiente,
las torpes aves bajas que gravemente rozaron mi frente
en los oscuros días del dolor.
Lejos los mares ocultos que enviaban sus aguas,
pesadas, gruesas, lentas, bajo la extinguida zona de la luz.
Ahora vuelto a tu claridad no es difícil
reconocer a los pájaros matinales que pían,
ni percibir en las mejillas los impalpables velos de la aurora,
como es posible sobre los suaves pliegues de la tierra
divisar el duro, vivo, generoso desnudo del día,
que hunde sus pies ligeros en unas aguas transparentes.
Dejadme entonces, vagas preocupaciones de ayer.
abandonar mis lentos trajes sin música,
como un árbol que depone su luto rumoroso.
su mate adiós a la tristeza,
para exhalar feliz sus hojas verdes, sus azules campánulas
y esa gozosa espuma que cabrillea en su copa
cuando por primera vez le invade la riente primavera.
Después del amor, de la felicidad activa del amor, reposado,
tendido, imitando descuidadamente un arroyo,
yo reflejo las nubes, los pájaros, las futuras, estrellas,
a tu lado, oh reciente, oh viva, oh entregada;
y me miro en tu cuerpo, en tu forma blanda, dulcísima,
apagada,
como se contempla la tarde que colmadamente termina.
V. Aleixandre
miércoles, noviembre 01, 2006
Sucesiva
Déjame acariciarte lentamente,
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.
Onda tras onda irradian de tu frente
y mansamente, apenas sin rizarte,
rompen sus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.
Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.
Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.
G. Diego
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.
Onda tras onda irradian de tu frente
y mansamente, apenas sin rizarte,
rompen sus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.
Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.
Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.
G. Diego