0coma5
jueves, diciembre 21, 2006
Doce Meses
En Marzo vi por primera vez unos carnavales. Sí, habéis leído bien, por primera vez. Lo que había visto hasta este año era un carrusel de gente disfrazada sin ninguna empatía hacía la peculiaridad del acontecimiento, eso cuando era niño, o un fin de semana como otro cualquiera pero con la particularidad de estar disfrazado. Es decir, salir de marcha con un disfraz, y yo para salir de marcha siempre me ha gustado ir cómodo, y por lo tanto no me disfrazaba.
Recuerdo que llegué un viernes a las once de la noche a Cádiz. Fue dejar las maletas e irnos al barrio de la Viña. Allí descubrí lo que era un carnaval. Gente disfrazada, la mayoría no lo íbamos, pero además encontrarte en una esquina una chirigota y en la siguiente otra no tiene otro calificativo que no sea el de mágico. Los bares montaban barras en la calle, y mientras escuchabas las letras ácidas, cómicas, y de toda índole, pero sobre todo con un humor insuperable, podías beber una cerveza y comerte un bocadillo. Ver a cada chirigota con su temática. Las había disfrazadas de niños del colegio, otra no adivinabas a qué correspondía su disfraz, pero las que más pude ver i oír fue la chirigota “Como te coja, tomato”. Uno de sus integrantes es el misionero, quien departimos una charla unos minutos antes de que volvieran con su carrusel de coplas. Mi recuerdo de todas ellas se centra en la que ironizaban con el Príncipe Alberto de Mónaco; más aún cuando en este año le han salido hijos por doquier, recordar con humor quien es quien siempre se agradece.
El día siguiente fuimos al carnaval de Puerto Real, que debido al tiempo que hacía, aún no he pasado tanto frío en este año, no fue el carnaval que me esperaba, si no una cosa mucho mejor. Primero conocer a Phoebe. Con lo que me costó que me dijera su nombre real, la curiosidad me embargaba. Por fin iba a conocer a quien tantas veces le había dado la tabarra con la plantilla del blog. Y como siempre pasa en estos casos, lo esperado se queda corto. Cenamos Phoebe, mi Tocayo, Ana, Malatesta, Lunaria, Evita y quien escribe estas líneas. También recuerdo la llamada en medio de la cena de Supermamá, y los trozos de cebolla que me querían poner en el segundo plato, y la cara de la camarera ante mi evidente negativa a comer un plato llevando eso.
Más tarde, fuimos al palacio del Príncipe, quien iba embutido en el traje más sexy de carnaval que he visto en mi vida, y mostrando sus atributos, mejor dicho, insinuándolos de una forma clamorosa. Además nos deleito tanto en las puertas de su Palacio como dentro de él con un repertorio de sus coplas. No puedo olvidar como nos abrió las puertas de su palacio para todos nosotros, ni tampoco el original disfraz de Malatesta.
El fin de semana se acabó como siempre antes de que uno lo quisiera, paseando por Cádiz viendo chirigotas y coros con Ana, Phoebe, mi tocayo y Ana.
Recuerdos así no se te olvidan.
miércoles, diciembre 20, 2006
DOCE MESES
Celebrar un cumpleaños tan lejos de donde lo haces habitualmente te resulta un tanto extraño. No es que el día de mi cumpleaños estuviera muy lejos. Estaba trabajando y el felicidades lo oí muchas veces, casi todas con un aire de formulario del cual estoy tristemente inmunizado. Pero este año tenía que ser especial y lo fue.
Llegar por la noche a la tácita de mis sueños por tercera vez, después de casi un mes, me podía el ansia. Las ganas del reencuentro podían más que el esperar un regalo; ya lo estaba teniendo desde un tiempo atrás y podía más el deseo de estar donde estaba que una sorpresa. Pero aún así hay quien sabe superarse, que por mucho que esperes siempre te quedas corto. Estaba aún absorto observando el DVD que tenía en mis manos cuando me plantan delante de mi una bolsa. Saco su contenido y vi que era una botella. Entonces no cabía en mi asombro. Me había pasado durante mucho tiempo hablando del Viña Tondonia del 95. No soy un gran entendido en vinos, pero me he dado el gustazo de desechar una botella en un restaurante y hacer que me abrieran otra por no estar en las condiciones mínimas. Recuerdo la cara de sorna de los otros dos comensales y aún cuando comemos juntos evocan con risas aquel pasaje. Abriendo el envoltorio y sin poder ver aún que licor era, recordaba las palabras del dueño de una licorería que me decía que olvidara esa cosecha y que fuera por otra. Encontrarlo sería difícil, y si así ocurría lo pagaría a un precio desorbitante. Pero quien nunca falla en ese momento menos podía hacerlo. Efectivamente me encontré con mi queridísimo Tondonia del 95, el cual tuvimos que dejar oxigenar un buen rato.
Como colofón a ese fin de semana maravilloso, el día siguiente fuimos a Puerto Real a tomar un café con Evita, Lunaria y Malatesta, para más tarde ver al Príncipe en su palacio.
martes, diciembre 19, 2006
DOCE MESES
Enero
Doce días tuve que esperar para decir un te quiero que me habían robado pero los nervios y el intentar mantener la compostura (ahora pienso que se podía haber ido a paseo la compostura) me privaron el placer de hacerlo. Por el contrario también tuvo su ventaja, no es lo mismo decirlo en una despedida que en un encuentro.
Me pasé todo el día pensando en el momento en que lo diría. Intentando calcular en que instante podría ser el colofón a doce días de espera, doce días soñando con un reencuentro, doce días que pesaron por la impaciencia aunque pasaron volando.
Cuando volvía a mi casa, antes de que pasaran los doce días, sabía que no todo lo que soy yo volvía conmigo. Dejaba en no sé que rincón lo incierto que durante varios meses estuve anhelando, para perderme en una sonrisa de color verde en una estación de tren. Dejaba los atardeceres de una ciudad lejana que me iba embaucando en sus estrechas calles, donde los besos furtivos en una sombra sólo eran el preludio de un futuro mágico. No pude marcharme con tristeza porque sabía que volvería, y sabía lo que allí me aguardaba. Volver a pisar aquellos lugares que hacía nada había recorrido no eran si no la firme señal que me indicaba que después de tanto tiempo uno sentía donde podría encontrarse su lugar. Las distancias y los puntos cardinales son una mera trampa para el consciente; pero cuando la imaginación, los hechos rememorados se repiten una y otra vez, y dejan de ser anhelo y convierten lo cierto en imperecedero, los sueños no se guardan en la almohada para retomarlos de nuevo por la noche, si no que se saborean escanciados con el fin de embriagarse en todos sus aromas y reforzarlos en el paladar de los múltiples encuentros.
lunes, diciembre 18, 2006
TODA TÚ
toda blanca;
se ha llenado tu cuerpo de designios.
Tienes la santidad de la esperanza
y la paz
generosa
de los lirios.
Toda tú eres milagro,
das tu lecho
de altas arenas
al naciente río;
enciendes en tu sangre
el claro fuego
y con tu carne pueblas el vacío.
Toda tu,
fervorosa,
temerosa,
frente a tu propio territorio vivo,
junto a los ventanales de tu alma,
bajo la blanca sombra de tu espíritu.
Toda tú,
niña,
blanca,
inmaculada,
santificada en el minuto limpio;
más mujer que la tierra,
más fecunda,
innumerable y grave
como un libro.
Cimiento de las horas,
silenciosa;
vértice de mi amor,
toda camino,
toda
inmanchable altura,
toda tiempo,
inflamada de vida,
toda
río.
M. José Arce
viernes, diciembre 15, 2006
HALLAR AL FIN
Perderse en línea recta en la que busco.
Sólo encontrar la puerta tras la puerta,
espejo en el espejo más minúsculo.
El Aire, el Agua, el Fuego, solo estrella.
El Big Bang de moléculas del Mundo.
Responderse "verdad " por si se acierta
y no acertar. Volverse a un mismo punto.
Leerte a ti en los ojos un poema.
Buscarte donde estás, cavar la justo,
descifrar los estratos de La Tierra
y no acertar. Volverse eterno alumno.
Azar. Hallar al fin. Mirarte dentro:
certeza de que no hay Quinto Elemento.
E. Giménez
lunes, diciembre 11, 2006
A TRAVÉS
Doblo la página del día,
escribo lo que me dicta
el movimiento de tus pestañas.
*
Mis manos
abren las cortinas de tu ser
te visten con otra desnudez
descubren los cuerpos de tu cuerpo
Mis manos
inventan otro cuerpo a tu cuerpo.
*
Entro en ti,
veracidad de la tiniebla.
Quiero las evidencias de lo oscuro,
beber el vino negro:
toma mis ojos y reviéntalos.
*
Una gota de noche
sobre la punta de tus senos:
enigmas del clavel.
*
Al cerrar los ojos
los abro dentro de tus ojos.
*
En su lecho granate
siempre está despierta
y húmeda tu lengua.
*
Hay fuentes
en el jardín de tus arterias.
*
Con una máscara de sangre
atravieso tu pensamiento en blanco:
desmemoria me guía
hacia el reverso de la vida.
O. Paz
jueves, diciembre 07, 2006
LA BOCA
cuánta dulzura guarda
mi boca abierta al beso,
estuche en que los dientes
muerden vívidos frutos,
cuenca que se llena
de jugos intensos
de ágiles vinos
de agua fresca,
donde la lengua
leve serpiente de delicias
blandamente ondula,
y se anida el milagro
de la palabra.
A. Foppa
domingo, diciembre 03, 2006
TE QUIERO
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro
tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero
y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola
te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
M. Benedetti
viernes, diciembre 01, 2006
DIBUJO CORPORAL
tus cabellos, tu novia mano de lebrel.
Y acuesto la carne junto a ti,
dejado el ventanal con sol, todo el silencio en sombra.
Y se deslumbra el aposento de un túnel sin color.
O bien tus dedos, arando mis mejillas con su lento
peregrinar -mirándome por dentro como al olor-
van a pastar sus ciervos en el pómulo,
alertan nómadas del corazón.
Sí, oculto, llega el sueño a sazonarse con el lugar y,
hondero, hace oficio del párpado con gesto de tórtola.
Y te duermes, y un almendro florece en ti.
Si luego, ya
despiertos,
te miro y nace el aire, abre un espejo de mocedad,
se sana el rostro enfermo de la sábana.
Y, dócil, quema el trébol del labio su poder,
se entrega al fuego la juventud.
Y si, después, volvemos, tal un jardín,
a contemplar el cielo con pájaros. Y cantas.
Y en el cuello sopla el alisio su esplendor, el cierzo
mueve la alcoba, anida así un jilguero, otra vez en tu mano.
Y ve el estruendo devastarse ciudades de piel, pueblos del tacto,
sitios nobles y, a lo lejos, arde un pinar,
entonces se que cuerpo aventajado es mi vivienda,
el centro del amor. Y te amo.
Y sé del reino donde tengo mi exilio. Y mi alimento.
A. García López